Viaje a la aventura

Todo empezó por una charla en la KDD Sevillana del foro F 800 GS. Allí entre cervezas hablamos de viajes pasados y futuros, y entre los futuros me llamo la atención, uno que era ir a la costa croata. Empecé a darle vueltas y vueltas al asunto. Un día vi en el foro un mensaje que decía: Viaje a la aventura. Julián, proponía que tenía días libres en agosto, y que no tenía destino, sin pensarlo le propuse ir a Croacia, y por lo que se ve tenia las mismas ganas que yo de aventura, y sin saber nada, sin conocernos, nos embarcamos en los preparativos.
            El 13  de agosto partimos, primera parada Valencia. Allí quedamos en el Bierwinkel, con la gente del foro de Valencia. Nos recibieron Abrahám y Lluki. Tomamos unas cervezas, cenamos, hablamos de nuestras motos y nuestras vivencias en ellas. Julián nos dio una clase magistral de mecánica. Abrahám nos dio una vuelta por el puerto y por el centro de la ciudad. Nos encanto Valencia, y prometimos volver con mas tiempo.
Al día siguiente empezaba realmente la aventura, después de más de cinco horas por la N-340, salimos de España, con el mono de agua puesto. Los últimos kilómetros desde Girona hasta la frontera, los hicimos con una molesta lluvia, que no nos dejaron disfrutar de los pirineos, una pena. Poco después de pasar Perpignan buscamos un camping donde dormir.


Nos despertamos temprano, la idea es cruzar el sur de Francia por nacionales, sin pasar por autopistas, hasta llegar a Grenoble, y allí coger camino al Alpe D’Duez. Las carreteras francesas nos resultan entretenidas, vamos pasando pequeños pueblos, poco tráfico y buen ritmo. Sobre las cuatro de la tarde estamos en los Alpes, los paisajes nos fascinan, empezamos a coger curvas. La ascensión de Alpe D’Huez es preciosa, esas rampas donde se gestaron las grandes leyendas del Tour de Francia, te llevan a los tiempos en que no dormías la siesta mientras veías a Perico Delgado atacar una y otra vez, o a Indurain subir a ritmo, mientras sus adversarios no podían seguirle. Impresionan las pendientes, que para un amante del ciclismo, le hace ver con otra visión la dureza de esta etapa. Al llegar a la meta, nos tomamos un cafet en un bar de los mas motero. Comentamos la ascensión como si la hubiésemos hecho en bici, afición que compartimos. Y bajamos relajadamente, al pueblo para buscar un alojamiento.


Al despertar nos encontramos con un bonito día. Lo que más temía del viaje era que en los Alpes nos hiciese mal tiempo, por suerte el día nos sonríe con sol, y temperaturas agradables. Preparamos nuestras monturas, y ponemos rumbo a Italia.


La carretera nos lleva por diferentes valles y cimas, el paisaje es espectacular, el ritmo muy bueno, y eso que parábamos cada poco para sacar fotos de las cumbres nevadas, o de las vistas de los valles. Al cruzar la frontera todo cambia. Una sucesión absurda de túneles nos priva de este paisaje, y un poco mas de cuarenta minutos estamos en Turín.
Italia es caótica, con un tráfico del infierno, casi imposible de avanzar por nacionales. A pesar de nuestros esfuerzos no conseguimos avanzar, y toca replantearse la ruta. Queremos hacer noche en el lago Como, pero para ello tendremos que ir por aburrida autopista. Derrotados por el trafico, reconfiguro mi GPS, y cogemos la Autopista. He de reconocer, que al principio nos divertimos en ella, el limite de velocidad a 130 Km/h, y los radares bien señalizados, hizo que en mas de una ocasión pasásemos los limites de lo razonable en velocidad , pero termino cansándonos esa eterna recta que es la A4 italiana.


El lago Como es unos de los grandes lagos italianos, majestuoso, cuna de Moto Guzzi, con gran habiente motero. El camping, en la misma orilla, me hizo disfrutar de unos de mayores placeres que hay en la vida, despertarme, y zambullirme en el agua, fría, de este lago.
Hoy toca el Stelvio. Moteros de toda Europa peregrinan en bandada a este paso de montaña, mítico, grandioso, con sus cincuenta, sesenta,  setenta. ¿Alguien sabe cuantas curvas? Curvas cerradas de 180º, van serpenteando la montaña. Cada una merece una foto, en todas extraños hombres, con extrañas vestimentas se hacen fotos. Cuando preparaba el viaje leí, en algún blog, que se tenía que subir por la cara sur, bajar la norte, volver a subir la norte y bajar la sur, que si no te podías arrepentir de haber estado allí y no hacerlo. Lo confirmo, si alguien lee esto, que no deje de hacerlo.
En la cima se dan cita moteros, ciclistas, curiosos… es increíble la “fauna” humana que se congrega a 2758 metros de altura, fascinante.
Nos comemos una pizza, y a continuar el viaje. Siguiente passo di Gavia. Este paso no es tan famoso, será por que al final, los últimos kilómetros de subida, el firme del asfalto esta roto, será por que la bajada, por una carretera estrecha y muy peligrosa, no es acta para todos los estómagos, pero a nosotros nos encanto. Con curvas enlazadas, y los neumáticos bien calientes, es de lo más divertido.

Encadenamos varios puertos más, con muy buen asfalto, sin duda la jornada Alpina más divertida. La noche estaba cayendo cuando llegamos al lago di Garda. A esta altura del viaje el buscar alojamiento es casi una rutina, llegas te bajas de la moto, y vas preguntando Hotel tras hostal o camping, nunca tardas mas de tres o cuatro paradas en encontrar algo que este económicamente al alcance. Ducha y salida por el pueblo, que tenia un curioso ambiente windsurfero. Cena y mojitos.
Nos despertamos sabiendo que nos queda una dura jornada de aburridas autopistas Italianas, pero sabiendo que la recompensa será un baño en la costa adriática en alguna playa de Croacia.
Sin duda la A4 italiana es la carretera mas aburrida del mundo. Los ingenieros italianos no se complicaron la vida, y trazaron una línea recta que atraviesa el norte de Italia de este a oeste, sin curvas, sin paisaje que resaltar. El día, con un calor horrible se nos hace eterno. Poco después del mediodía llegamos a Trieste, donde se encuentra la frontera con Eslovenia. Aquí hay que comprar la pegatina que nos permite circular por las autopistas de Eslovenia. Esto es importante, aunque solo estaremos por la autopista 10 Km., si te pillan sin la pegatina, la multa asciende a 150 €. Cruzamos y encaramos camino a la siguiente frontera. En menos de 40 minutos estamos en el puesto fronterizo, el primero de verdad. Me sorprende que lo único que miren es la matricula y nos dejan pasar. No hemos enseñado ni pasaportes, ni papeles de la moto, ni carta verde, nada.
Paramos en la primera gasolinera e intento preguntarle al gasolinero por algún pueblo costero, que tenga buen ambiente nocturno. Me recomienda Crikvenica, y nos dirigimos con la esperanza de encontrar un camping donde acampar. A tres Km. del pueblo encontramos el camping, montamos las tiendas, nos damos nuestro primer baño en aguas adriáticas, descubrimos que las duchas solo dan agua fría, y nos vamos de fiesta al pueblo…. Bueno muy animado no estaba, un par de pubs, y una discoteca con decoración “retro”.
            Este día hemos decidido hacer pocos kilómetros, iremos en bañador, ya lo se nunca se debe hacer, para pararnos en las playas y darnos un bañito. Nada de correr, nada de forzar la moto. Al carajo, la carretera es magnifica, con un asfalto buenísimo, que agarra un montón. Ahí poco trafico, las curvas peligrosas están bien señalizadas, y las hay de todo tipo. Al final terminamos tumbando las motos como no lo habíamos hecho en todo el viaje, forzándolas y dándole alegría al motor.
            Paramos después de 80 Km., un baño, una cerveza, un poco de comida. No me acuerdo del nombre del pueblo, tampoco del nombre del mexicano que nos encontramos. Este chico, llevaba más de cuatro años viajando de mochilero por el mundo. Primero por Suramérica, y después por Europa. Me sorprende que sepa el idioma local, pero me explica que lleva cerca de un año entre Montenegro, Bosnia, Servia y Croacia, y que al final a aprendido hablar un poco.
El nos comenta de un pueblo en una isla, que dicen que es la nueva Ibiza. Nos explica donde coger el ferry, a solo 10 Km. de allí, y sin pensarlo dos veces cogemos ese rumbo.
Novalja resulta ser un sitio pintoresco. Jóvenes de toda Europa vienen aquí atraídos por la playa y la fiesta, y resulta que las dos cosas están juntas en la playa de Zrce.
Como estamos en el ecuador del viaje en lo que días se refiere, decidimos quedarnos dos noches, para ir a la playa, y descansar. Bueno descansar lo que se dice descansar, no lo hicimos mucho.

Para entrar en la isla Pag, lo hicimos en ferry, pero para salir, mejor carretera, dado que esta isla esta conectada con el continente por un puente. Paramos en Zadar para un café, y es donde coincidimos con un par de moteros malagueños. Charlamos de la ruta, ellos empiezan la vuelta y a nosotros nos queda la segunda parte del viaje. Nos recomiendan ir a Mostar, y la apuntamos a ciudades que visitar. Despues de un rato de charla, nos despedimos  y continuamos camino al sur.


            Llegamos a Split justo a la hora de comer, y antes de disfrutar de un paseo por la ciudad, decidimos darnos un buen homenaje, y comer en un buen restaurante.


            La ciudad, tiene el encanto de tener dentro un templo romano dedicado a Júpiter. Paseamos por dentro de sus murallas y por la ciudad antigua. Curioseamos en sus puestos de subvenir, y nos hicimos algunas fotos. Continuamos el camino. Finalmente, encontramos un camping en el delta del río Neretva, un lugar increíblemente bonito, donde se practica el kitesurf, y donde encontramos la única playa de arena, en nuestro divagar por el adriático.

            Esta mañana nos levantamos con algo de resaca, terminamos la noche bebiendo cerveza en el bar del camping, y la dueña al final nos invito a la última ronda, incluyendo un chupito del licor local.
            Recogemos todo con tranquilidad, después de todo las ciudades no se van a mover, y hacemos los primeros kilómetros, renqueantes. Toca pasar frontera, después de nuevo frontera.
            Nuestra entrada en Dubrovnik, es un poco caótica. Hay bastante tráfico, coches y autobuses repletos de turistas, por calles estrechas. Al final damos con el aparcamiento para motos. Aquí tenemos nuestro único problema con un agente local, que nos pide la documentación, después de que se levantase algo de polvo en el aparcamiento, por que le patino un poco la rueda a Julián. Después de una especie de sermón, que por supuesto no entendemos, devuelve el carnet, y se va a dar la lata otros.
            Dubrovnik esta atestada de turistas. Los cruceros no dejan de dejar gente y más gente. Y la verdad, una vez que andas sus calles, vas descubriendo sus rincones, sus callejones, te das cuenta de que es una ciudad que bien merece el apodo de perla del adriático. Solo estuvimos cuatro horas allí, y es una pena, porque esta ciudad se merece dedicarle más tiempo.



        Decidimos ir a Mostar a pasar la noche. Esta vez si que notamos que algo a cambiado. Poco después de entrar en Bosnia, empiezas a ver que aquí aun no han superado la guerra, que quedan restos, edificios medio derrumbados, con agujeros de obuses y balas. En la carretera se suceden lapidas con las fotos de pobres soldados que murieron estúpidamente, para defender los intereses de caudillos y generales, que creían tener el poder de decidir quien debía de vivir en aquellas tierras. Estupidas guerras. Al llegar buscamos la mezquita mayor, y a su encargado, que alquila habitaciones. Nos busca una preciosa villa con garaje para nuestras motos por un precio irrisorio. Nos duchamos y salimos a disfrutar de esta bella ciudad, con un casco antiguo medieval, con un cruce de culturas increíble.Musulmanes, ortodoxos y cristianos han dejado su huella en los diferentes edificios. Mezquitas, iglesias y casas de las tres culturas se mezclan, sin duda fue la ciudad que más me impresiono en todo el viaje. Cenamos en un restaurante típico, y después fuimos a un bar a la orilla del río, aquí nos encontramos con un grupo de españolas, que viajaban en interrail, y con un mochilero también español. Esta noche también corrió la cerveza entre anécdotas de nuestros viajes.









            Nos levanta el sonido del timbre, el dueño de la casa nos recuerda que son las 10 y que hay que irse, recogemos y decidimos volver a la costa, hoy empieza el camino de vuelta. Trataremos de tirar lo mas al norte que podamos, sin plantearnos un objetivo claro, solo disfrutar del camino. Cuando llega la hora de comer, pasamos por un pequeño pueblo, donde se celebra un rastrillo, y veo un par de puestos donde asan un cordero. No me lo pienso y paro, para devorar unas deliciosas costillas. Siempre he dicho que las comidas más sabrosas son las más simples.
            Al atardecer paramos, para acampar darnos el penúltimo baño en tierras croatas, y disfrutar de la puesta de sol.








            Nos levantamos por fin un día temprano, son solo las ocho y ya me despejado nadando un buen rato. Desayunamos y partimos rumbo a Venecia. Al llegar el mediodía llegamos a nuestro objetivo. Que calor, como a cambiado el ambiente. En Croacia, el clima era seco, cosa que por un lado me sorprendió, y por otro me agrado, ya que es a lo que estoy acostumbrado en mi ciudad, pero en Venecia, el calor era húmedo, y al momento rompemos a sudar. Dar una vuelta por esta ciudad con el pantalón de cordura y las botas es como darla por el infierno, cada dos por tres teníamos que parar hidratarnos. Pese a este pequeño inconveniente, disfrutamos de la visita. Antes de que nos derritiésemos  partimos de nuevo hacia el lago di Garda, pero esta vez a su extremo sur, para encontrar alojamiento y temperaturas mas suaves.






            Me encanta levantarme y darme un buen chapuzón, y en este viaje he podido disfrutar de ello, tanto en el mar como en lagos. Te llena de energía, y el hecho de encontrar camping en la misma orilla, y acampar a no más de 50 metros de un baño matutino, es uno de mayores placeres que he disfrutado en estas vacaciones.


            Sabemos que el viaje se acaba, hoy tendremos aburrida autopista italiana, necesaria para avanzar, y cuando lleguemos a Francia, cogeremos alguna carretera secundaria para divertirnos por los Alpes Marítimos. La jornada va a buen ritmo, hasta que poco antes de llegar a Genova, y en una sucesión de túneles, pierdo la señal del GPS, y a la salida de un tunel, tomo la salidad equivocada. Esto provoca que entremos en Genova, y perdamos un buen rato en su horrible tráfico. Sobre las cinco entramos en Francia, y ponemos rumbo a Niza, por buenas carreteras de montaña. Al anochecer damos con un camping, y un pequeño pueblo costero.
            Hoy es el último día, tenemos que llegar a Granollers, a casa de unos amigos. Estamos cansados y tomamos el camino fácil, autopista, ya lo se, son aburridas, tediosas, cansadas… pero a una velocidad 130 (si esto es Europa), avanzas muchísimo. Perpignan nos recibe con viento y lluvia. Teniendo en cuenta que hemos tenido bastante suerte en este aspecto, incluso nos resulta divertido. Al llegar a la altura de Girona, el tiempo mejora. Llegamos cansados y pero felices a Granollers, aquí se acaba el viaje, mañana Julián sale para Málaga y yo me quedare unos días por aquí, antes de volver a Córdoba. Hemos vivido muchas cosas juntos, un gran viaje. Nos hemos reído, maravillado por el paisaje, ayudado cuando teníamos algún problema. Cada día ha sido una aventura, y la carretera no ha puesto delante siempre lo que necesitábamos. Tenemos mil historias que contar, y lo haremos mirando siempre al este.