Llegamos a George Town,
tarde, ya de noche. Cansados, desorientados y hambrientos. Esta ciudad no la teníamos
prevista, nuestra intención es ir al parque natural de Taman Negara, con lo
cual hay que ponerse las pilas. Por suerte como en todo el viaje, pronto damos
con una Guest House donde además de conseguir habitación, cambiamos dinero, y
contratamos una furgo para ir a nuestro destino. Nos quedan apenas 5 horas para
ir a cenar y dormir un poco antes de que nos recojan.
A las 5 de la mañana
tomamos nuestro vehiculo, tenemos ya que solo lo tenemos que compartir con en
chico francés, que tiene mas sueño que nosotros. Las primeras horas del viaje
las pasamos dormitando hasta que un frenazo en seco, nos despierta. El
conductor nos avisa de que saquemos la cámara, ya que en mitad de la carretera
hay dos elefantes salvajes, nos hemos quedado a apenas unos metros de
ellos. Al chico francés le da un ataque de risa, y nos contagia, que cerca
hemos estado de estamparnos contra los elefantes.
El resto del viaje lo pasamos charlando.
El resto del viaje lo pasamos charlando.
A Taman Negara llegamos pasado el mediodía. En la entrada
del parque hay una pequeña aldea donde encuentras alojamiento, y en el río,
sobre barcazas, puedes contratar diferentes actividades: trekking, visitas a
poblados tribales, rafting en canoas de dudosa flotabilidad y un curioso paseo
por unos puentes colgados de árbol en árbol. Una vez contratas las actividades,
nos echamos unas risas al preguntarle al guía donde podía encontrar cerveza en
la aldea, de mayoría musulmana, por suerte había un solo sitio donde la servían,
pero solo después del rezo de la tarde.
Nos levantamos temprano,
ya que queremos hacer la Canopy Walkway,
un pequeño trekking y rafting con la visita al poblado tribal, vamos que lo
queremos hacer todo. En la canopy coincidimos con un grupo de Italia, y en un
italianospañolingles echamos buenos momentos. De los paisajes y la ruta
prefiero que hablen las fotos, para mí después del buceo, lo mejor del viaje…
hasta ese momento. Por la noche dimos cuenta de todas las cervezas que había en
el poblado, entre nosotros y el grupo de Italia.
Por la mañana con un poco
de resaca tiramos para Kuala Lumpur, última parada en nuestro viaje. Kuala
Lumpur es una ciudad que te atrapa, tiene ese punto que no sabes muy bien que es,
pero que hace que te guste. Aquí se mezclan en perfecta armonía malayos, Indus
y chinos, haciendo una mezcla curiosa, donde en una misma calle vez una
mezquita, un templo hindú y una pagoda budista. Nos alojamos en la zona de
Pentaling, en el barrio chino, al caer la noche nos fuimos al reggae bar.
El segundo día en KL,
fuimos a ver las Batu Cave,
un complejo de cuevas a las afueras, en las cuales han hecho varios templos hinduistas. Sin duda es lo mejor que se puede visitar en KL, ya que las cuevas están llenas de figuras representando diferentes escenas de la mitología hinduista.
un complejo de cuevas a las afueras, en las cuales han hecho varios templos hinduistas. Sin duda es lo mejor que se puede visitar en KL, ya que las cuevas están llenas de figuras representando diferentes escenas de la mitología hinduista.
Durante todo el día nos acompaño
Oriel, un italiano que conocimos el día anterior, y que estaba recién llegado a
Asia. Esa noche quedamos con el para unas birras, y se presento con un grupo de
gente que había conocido en el Reggae Bar, y de esta forma empezó la mejor
noche de nuestro viaje. Era el precumpleaños de Ander, que venia acompañado de
un pequeño grupo de amigos que había hecho en su viaje por Asia, además de ir
reclutando a todo aquel que tuviese ganas de fiesta. Fiesta que empezamos yendo
de 7eleven en 7eleven, camino de no se que discoteca en el centro de KL. Nos reímos,
nos emborrachamos, bailamos, se nos escaparon las suecas, o eran noruegas,
desfasamos, y terminamos comiendo hamburguesas antes del amanecer.
A la mañana siguiente,
resacon. Pasamos el día viendo el parque de los pájaros y de compras, ya que partíamos
de madrugada de vuelta. Por la noche cenamos con nuestros amigos, he hicimos un
botellón en la azotea de la guest house donde se alojaban
Nos despedimos pronto, ya
que teníamos que partir en unas horas. Desde luego lo mejor de KL fue la gente
que conocimos.
Asia me enamoro, y se que pronto volveré, para sentir su calor húmedo,
ver sus playas de ensueño y sus islas verdes, para oler sus especias y sentir
su espiritualidad